La ciudad prohibida es una ciudad amurallada donde vivieron dos dinastías de emperadores, los Ming y los Qing. Fue una zona vedada al público por 500 años y protegía la familia imperial la cual no solía cruzar sus murallas. En 1912 el último emperador de China, Puyi, abdicó y la ciudad dejó de ser el centro político del país convirtiéndose en 1925 en museo.
Se comenzó a construir en 1406 y tomó 14 años terminarla. Tiene 72 hectáreas y 980 edificios con 9´999 estancias. A muchos de los recintos no se puede acceder, y en algunos lugares sólo se puede ver hacia adentro a través de un vidrio o de una puerta ya que tampoco permiten el paso.
El sur de la ciudad era utilizado para fines ceremoniales. El sector norte albergaba al emperador, su familia, eunucos y sirvientes. En el medio vivía la aristocracia.
Los edificios están bien conservados y sorprenden con sus fuertes colores. Con la cantidad de turismo que recibe a diario (la mayoría Chino) está increíblemente limpio.
Quisiera poder describir que se siente, pero aún necesito pellizcarme para volver a entender que estoy en China. Si uno sabe un poco de historia del lugar o si vio la película “El último emperador” (Bernardo Bertolucci, 1987) siente un cosquilleo al pensar que ese piso debajo de sus pies fue caminado por monjes, jefes militares y emperadores. Te los imaginás formando fila con sus vestimentas largas y coloridas.
La ciudad está plagada de símbolos. Al mirar los techos se ven pequeñas estatuas que señalaban el estatus social del que vivía allí. 10 estatuas simbolizaban el cielo. Por ello el emperador tenía nueve.
Su eje central es Norte-sur al igual que el de Beijing. Se ingresa por la plaza Tianánmen y se sale a través de una puerta que da al Parque Jingshan desde cuyos templos se obtiene una vista aérea de la Ciudad Prohibida.
Al día siguiente de visitar este recinto fui a varios templos y noté que, al igual que la Ciudad Prohibida, tenían dos leones custodiando las puertas. Los lugares cambiaban pero los leones que veía eran los mismos: una especie de animal mítico con melenas de pelos puntiagudos. El de la izquierda pisa con la pata una cría y el de la derecha una esfera.
Estos leones son llamados también Perros de Fu o Leones de Buda. Se utilizan como guardianes y provienen del budismo. Aparecen en parejas en los accesos. El macho muestra los dientes para ahuyentar a los demonios y espíritus malignos mientras apoya su pata sobre la esfera que representa el cielo y la ley budista. La hembra descansa su pata sobre un cachorro que representa la tierra y su ciclo. Le pregunté sobre esto a mi anfitrión pero nunca se había preguntado el por qué. En China pareciera que todo tiene una razón. Sobre todo en el arte y la arquitectura antigua.
Les muestro en fotos un atisbo de lo que vi para que viajen un poco conmigo.













Hola Guadalupe!!
Que buen sitio!!! Me encanta! Espero que todo se encuentre muy muy muy bien!!!!!!!!
Muchas gracias Andrés!!! Tuve un accidente pero cada día mejor. 🙂 A sonreír por ahí.